29.7.05

Una de Oé

Como me gusta Kenzaburo Oé, el novelista novel, cito aquí unas palabras suyas de "El grito silencioso": "Así es como se van perdiendo uno a uno los fundamentos de la vida del valle. Es algo parecido al modo como se descompone la hoja de hierba al microscopio. La estructura de cada hoja es distínta. Al descomponerse, se vuelven blanduzcas y amorfas, bien porque las células estén enfermas, bien porque se hayan muerto. Al aumentar esas células amorfas, la hoja se pudre. Lo mismo sucede con el valle. Cuando los elementos fundamentales van perdiendo su forma, el peligro es evidente"

sobre música y cine



1) no sé que decir del ultimo cd de Fito Paez "Moda y Pueblo": ¿qué hace con las canciones? ¿está permitido que un autor trate así a sus creaciones? por momentos me parece que Paez ya no quiere vivir...





2) por el contrario el ultimo cd de Alfredo Casero "Hiperfinits Firulets" y el gordo cada vez me gusta más... creo que me estoy enamorando! (sobre todo después de escuchar su versión de "jacinto chiclana")







3) y para terminar, quiero declarar que me robaron. luego de ver el film "Sr. y Sra. Smith" (una pelicula aconsejable para pasar el rato), como me había gustado lo que consideré la banda sonora, me agencié la misma: ¡y no encontré las canciones que me gustaron! ya estoy harto de que las bandas de sonido de las películas sean otra cosa que la música que hay en la película...

22.7.05

las uñas -cuento-

Cuando caen la uñas hacen ruido pero poco, uno a veces las escucha, a veces no. En realidad lo que uno hace cuando se corta las uñas es ver si quedan bien cortas y nada más, no le presta atención a lo que cae, ni escucha su gemido cuando va cayendo.
Eso quien se corta las uñas. Las uñas en cambio se escuchan entre sí, y el miedo las asalta luego de haber escuchado el grito de la primera. Se sabe: las uñas tienen una vida separada de los cuerpos, y viven más que ellos, siguen creciendo aunque sus portadores hallan muerto.
Siguen creciendo cuando estamos muertos. ¿Y luego que caen? ¿Viven sin nosotros, crecen? Eso no lo sabe el hombre. Él se limita a juntarlas una vez caídas, y tirarlas a la basura, para después olvidarlas.
Pero resulta que las uñas viven sin los cuerpos. Abandonadas en la basura, las que fueron de un mismo cuerpo se reúnen y van en busca de sus antecesoras.
¿Qué para qué se reúnen las uñas? Una vez que se encuentran, que todas las uñas que abandonamos desde que fuimos bebés hasta ahora se juntan ocurre el milagro.
Ellas se colocan en rueda y tocándose leve los bordes rezan al Dios-uña. Y en su rezo van perdiendo los bordes y se vuelven una única uña que brilla y crece. Y de esa uña brillante nace un dedo, y otro, y otro, y una mano, y un brazo, y un cuerpo. Y ese cuerpo es la replica-uña de quien antes fue el portador de las uñas. Y esta replica-uña viste las mismas ropas que su original, y tiene su memoria, por lo que en la noche se dirige hasta su cama y elimina al original para quedarse en su lugar. Y ya nadie puede reconocer al original de la copia.
¿Nadie? En realidad sí se puede reconocer: la copia se come las uñas, para que no la reemplacen...

Arisca (cuento)

En el sueño el cosquilleo era del agua que me recorría dulce, pero era un agua rara que no refrescaba, que la única felicidad que daba al cuerpo desnudo era un hormigueo quedo, pícaro. Entonces me di cuenta de que no era agua. "¡Hormigas!", grité abriendo los ojos. Algunas volaron espantadas. Mientras tanteaba bajo la cama buscando mis lentes descubrí que no se trataba de hormigas sino de vaquitas de San Antonio. Eran muchas y pequeñas, sus lomos colorados con manchitas negras se entretenían en visitarme. Acaso la capa de salitre que el sudor iba esparciendo las había invitado a posarse sobre mí. El enojo desapareció, al punto volvió la imagen del campo y en él mi abuela diciéndole al niño que fui que eran criaturas mágicas que traían suerte, y que había que tratarlas bien. Por eso no quise espantarlas. Solas, cuando atiné a pararme, dejaron mi cuerpo.
Encendí la radio y levanté al máximo el volumen, para poder escucharlo aún bajo la ducha. Había empezado el crepúsculo. A través de la ventana veía al sol redondo y amarillo ya cansado detrás de los árboles, gigante que se iba agrandando más y más según se acercaba al piso. Hice coro con la radio mientras me bañaba. Luego de vestirme y preparar la pava y el mate, salí al patio.
Entonces me di cuenta de lo que estaba pasando. Una brisa fresca y marina acarició mi rostro: el aroma de lluvias que tanto se deseaba había llegado. Dejé la pava y el mate junto al silloncito. Sin apuro fui recorriendo el patio, inspeccionando el color en las hojas, dejándome invadir por los perfumes. Las vaquitas volvieron y se posaron en mis hombros. Mis labios recordaron unos versos de Wilcock: "Ahora comienzo a recordarte hasta cuando estoy corriendo, a mostrar el amor que desciende de los hombros como amatistas considerables". Estaba frente a una maceta cuya etiqueta decía "Adriadna". Ella, poco antes de desaparecer, les puso nombre propio a las plantas, acaso sabiendo la cortedad de su futuro, acaso segura de lo estéril de su vientre, vientre que nunca le daría ocasión de legar nombre a otra persona. Varias veces, cuando tonteábamos entre esas mismas plantas, la había escuchado alardear de su destino de arena. "Por eso", decía, "soy arisca. Nada puede echar raíces en la arena". Yo le replicaba diciendo que a veces se mezcla tierra buena con arena en las macetas para que las raíces puedan holgarse en los terrones, hincharse y crecer. Eso no la contentaba. Había algo dentro de ella que hervía constantemente, que no la dejaba estar quieta, que la quemaba. Pasaba las horas sola en el patio, y lloraba cuando creía que no la veía, sus lágrimas se secaban al apenas rozar las mejillas, como si cayeran sobre tierra reseca. Un día en el que paseaba solitaria se largó a llover con fuerza, y enseguida granizó. La pedrada la alcanzó mas ella no se inmutó, siguió quieta viendo a sus plantas. Un vapor comenzó a brotar de su cuerpo, la humedad fría y cristalizada se volvía nube contra ella. Una sonrisa extraña se apoderó de su rostro, que fue cubierto por la humareda que era cada vez más espesa y que alcanzó a cubrir todo el jardín. Tuve miedo y salí corriendo al patio, para abrazarla, y ya no la alcancé, ella se había esfumado.
Las vaquitas dejaron mis hombros. Con una sonrisa yo también acepté mi destino. Miré hacia el cielo y vi el agua que atravesaba el espacio en mi busca. Comencé a cantar, haciéndole coro a la radio. Los primeros gotones cayeron en mi cuerpo, que se volvió barro, que se volvió tierra por el simple toque del agua. Y me fui desgranando al ritmo de la lluvia. Al terminar la canción yo ya no le hacía coro a la radio.

13.7.05

Anotaciones II

El lenguaje se precisa cuando se quiere abrazar al mundo, cuando se intenta representar la realidad con la mayor exactitud posible.

*

No sabemos nada, y los juegos de artificio iluminan nuestra sala. Cegados por ellos, nos dejamos llevar a través de las cosas, como sonámbulos, pensando nada más que en esa luz y en lo que ella dice.

*

Ser valiente en las horas sosas, en el silencio frente a uno mismo. Darse fuerza en la oscuridad, cuando nadie puede vernos.

*

La persona que la muerte nos devuelve no es la misma. Una mancha tiene en su alma, una marca nueva que la transfigura. Y ya nada vuelve a ser lo mismo con ella, como si hubiera muerto de veras.

12.7.05

Yo también tengo el corazón con agujeritos...

no es precisamente el silencio
sino la respuesta que no se registra
ni en las vibraciones de la voz
ni en los zurcos de la caligrafía...

no es la ausencia
sino la presencia abandonada
el fantasma que atraviesa paredes
para reirse a mis espaldas
de esta sed que grita
de este hambre que me atormenta...

nada tengo entonces,
nada, el viento en la cara, unos recuerdos
y una voz que lejana a traves de un cable
me da calor...

un calor que no es luz
un calor borroso
que me acaricia la mejilla como una luciérnaga apagada
y me transmite su siesta a chispazos pesados
a mordidas...

y lo que está de éste lado presente
en esa caricia se va llenado de ausencia
muriendo...

2.7.05

Siempre para adelante, como Brasil del `70

Anotaciones

No nos es dado percibir la belleza; percibimos formas de belleza. Pero es tan profundo el goce que producen que creemos verla. Así solemos encadenarnos en fantasmas laterales de la belleza, en espejismos.

*

La paradoja esencial en los cuestionamientos a uno mismo: es imposible que algo se juzgue a sí mismo; por más que se quiera siempre se será subjetivo. Es ilógico pensar que nos podemos juzgar (o que podemos juzgar a los otros).

*

Que algo sea verídico no es nada más que una señal que lo creemos; que al oírlo (o leerlo) se sienta que se sabía, aunque jamás se halla sabido. Basta con esa sensación para ser verídico.

*

El fracaso en el tiempo.

*

Para comprender un texto debemos abolir nuestra moral, para criticarlo debemos crearnos una moral.

*

No se puede hablar con la ignorancia
porque no te entiende.

*

No hay nada peor que el silencio cuando no es esperado.

*

Palabras, sentimientos. En realidad nada. Podemos pensar lo que queramos, pero lo que pesa, lo verdaderamente importante, es el acto en sí, lo que pasa en sí. No hay nada más que eso: todo lo demás son brumas en el vacío.

1.7.05


El amor, el amor

En una sala porno, jubilados jadeantes
Contemplaban, escépticos,
Los brincos mal filmados de parejas lascivas;
Sin ningún argumento.

He aquí, yo me decía, el rostro del amor,
El auténtico rostro.
Seductores, algunos; esos siempre seducen,
Los otros sobrenadan.

El destino no existe ni la fidelidad,
Mera atracción de cuerpos.
Sin apego ninguno, sin ninguna piedad,
Juegan y se desgarran.

Seductores algunos, por ende, codiciados,
Llegarán al orgasmo.
Hartos ya, tantos otros, no tienen ni siquiera
Deseos que ocultar;

Sólo una soledad que acentúa el impúdico
Goce de las mujeres;
Tan sólo una certeza: "Eso no es para mí",
Pequeño drama obscuro.

Morirán es seguro algo desencantados,
Sin ilusiones líricas;
Practicarán a fondo el arte de despreciarse,
De modo bien mecánico.

A quienes nunca fueron amados me dirijo,
A quienes no gustaron;
A los ausentes todos del sexo liberado,
Del placer ordinario;

No temáis nada, amigos, mínima es vuestra pérdida:
No existe, no, el amor.
Es sólo un juego cruel cuyas víctimas sois;
Juego de especialistas.

MichelHouellebecq (La poursuite du bonheur)