30.4.06

Lejana presencia


Un peso o destino inverosímil cayendos sobre mis espaldas,
vaso volcado entre las horas vacías, inútiles como llagas
el agua cayendo
cayendo
cayendo
hasta llegar a otra dimensión.

Digo: "demasiadas líneas señalan tu amarga o boceto en mi boca
demasiadas presencias ágiles en el boceto de tu nombre,
eres el aquelarre de mis sombras, una divagación fracasada de esperanzas,
la marca inasible, imposible de hallar".
Un buque amarra en los contornos del enigma,
una silueta sugerida por las formas imaginarias.
Cae una paloma, cae. Esa es la única verdad.
El peso irreversible transforma los universos distintos.

"Muerto", digo, "purpúreo y ausente llama", digo,
"de tu nombre", digo, "fatalmente encendida", digo,
"soy el muerto del univero", digo, "la purpúrea y ausente llama
totalmente encendida".
Las voces se confunden o convierten allende de mí,
las cosas se confabulan de rituales en tormo a mí.
Todo que todo se golpea, cae, se choca y rompe,
hay un sonido de cristales fracsados en el lugar de mi corazón.

A veces. y sólo a veces, suelo morir en las mañanas
con el latido agitado de tus voces en el pecho
y el peso vertiginoso de la espera inútil.

25.4.06

La puertas entornadas -cuento-

Las aspas del ventilador que suspende del techo remueven el paso del tiempo. Estoy solo. Sobre la cama mi cuerpo húmedo se va adormeciendo, resignado a una vida no demasiado movida, al cotilleo de los vecinos y la monótona grosería del trabajo. Me he vuelto incapaz no ya de ser otro si no de la misma voluntad de ser otro.
Nada acaece sin plan, sino con un fin y con necesidad. Es posible que no supiera exactamente lo que quería hacer. ¿Quién de nosotros lo sabe? Me daba lo mismo una mujer que otra, el invierno que el verano, me negaba a hacer distinciones entre detalles de segundo orden: todas las noches eran iguales. Resuelto a olvidar que la soledad nada más puede servirnos cuando nos resulta imposible sufrirla y luchamos y rogamos para terminarla llevaba en mis espaldas una carga que ni siquiera podía imaginar.
Ella me miraba enternecida, abobada. Jamás mirada parecida se había posado en mí. El aire parecía más breve y despreocupado. “Apuesto a que ella piensa en cuántos idiomas es capaz de jugar al juego”, pensé y le sonreí. Ella también sonrió y sonrisa me llenó de un elevado sentimiento de placer, como si me hubieran crecido alas en la espalda.
Sé que en este mundo todo es pasajero, y eso hizo que aproveche ese momento de comunión. Me acerqué hasta ella y la tomé del brazo. Caminamos por Alsina. Entramos a un café. Entre medio del ruido y el humo descubrí una mesa libre. Allí nos sentamos. Algo sirvió el mozo, que ella tomó gustosa. Mientras yo jugaba a medir mi sudor examinando la superficie empañada del vaso. Algo se cayó.

Vuelvo a tener conciencia de que respiro el aire del cuarto, la ineficacia de los recuerdos muertos, sus rastros transformados. El calor sofoca y mi mano se apresura a llevar el ventilador a una velocidad superior.

“Porque estoy feliz de estar contigo. Porque estoy feliz de que existas. Puede que te quiera mucho, pero por eso mismo será mejor que nos quedemos tal como estamos. Puede que un hombre y una mujer estén más cerca uno del otro cuando no viven juntos y cuando simplemente saben que existen y que están agradecidos por existir y por saber el uno del otro. Y sólo con esto les basta para ser felices. Te agradezco, te agradezco que existas”. Casi cantaba al hablar, casi sumergía lo que iba diciendo en la música de una tonada infantil.
Me preví viviendo para un cuerpo que ya no sirve, para lágrimas sosas y repentinas. Cualquier pasión o fe sirven a la felicidad en la medida que son capaces de distraernos, en la medida de la inconciencia que puedan darnos.

El vendaval que arrojan las aspas del ventilador comprime las gotas del sudor contra mi piel. Me acostumbro a no ser ya yo mismo, a ser sólo una sombra de mí mismo.

¿Cómo explicar mi cansancio, este aspecto de cosa manoseada y anónima que sólo conocen los objetos condenados a las peores humillaciones? Era yo cuando aprovechábamos una pausa y la convertíamos en un silencio que se remataba con el ruido de su respiración. Volvía a vivir cuando, alejado de lo cotidiano, del ajetreo y la nunca dominada cordialidad profesional, sentía rejuvenecer mi cuerpo, atravesaba con los ojos los vidrios de las gafas y de la ventana para dejarme acariciar el lomo por las olas de un pasado remoto, abandonado, mirar el jardín y la calle, la luz del sol o el mal tiempo.

Le acaricié la mejilla con un solo dedo monótono. Sensiblemente comprendí que estaba sabiendo durante semanas que yo y mi vida no eran otra cosa que moldes vacíos, meras representaciones de un viejo significado mantenido con indolencia, de un ser arrastrado sin fe entre personas y rutinas, entre calles y horas, a través de la ciudad. En realidad no soy nadie: un nombre, tres palabras.
La gente cree que está condenada a una vida, hasta la muerte, y sólo está condenada a un alma, a una manera de ser. Se puede vivir muchas veces, muchas vidas más o menos largas. Y mientras aquellos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre la mesa, yo me la paso trasmigrando de un cuerpo a otro, de un lugar a otro, yo no me canso de trasmigrar.

La compadezco por su servidumbre a la felicidad y el engaño, admiro su capacidad de ser dios para cada intrascendente, sucio momento de su vida; envidio aquel don que la condena a crear y dirigir cada circunstancia mediante seres míticos, recuerdos fabulosos, personajes que se vuelven polvo ante el amago de cualquier mirada.

Desde las puertas entornadas llega la brisa de primavera. Ya no tengo nariz para olerla; sólo alcanzo el recuerdo, la inútil sensación de las viejas primaveras en las que acaso estuve olfateando otras ya pasadas, prometiéndome alcanzar la intimidad con un octubre próximo. Jamás había pensado que ahí dentro, en mi cabeza, podía contener una soledad tan grande como la que brinda el océano Pacífico. Soy por un instante el absurdo creído, la nada intelectualista. Invoco la paz y la alegría de estar casi vivo que habían descendido siempre hacia mí desde el techo de la habitación. Me inunda la vieja imposibilidad de actuar, la automática postergación de los hechos. Me convenzo de que no estoy aquí. Quedo vacío, obligado a admitir que no existo. Todo está bien y nada me importa.

20.4.06
















I
Proa sur.
Recién salimos y ya extrañamos
-No alcanza el mascarón a aullentar las penas-
pero más no se puede hacer
la plata no alcanza
hay que salir
proa sur
a zona de pesca.

II
En la orilla el día
me recuesto en cubierta;
el mar y el cielo entremezclados
en invisible línea.

III
Confío mi vida al buque
de regreso de largo viaje

Traslada mi cuerpo el buque:
su roda corta el agua con facilidad,
pero la quilla de balanceo
no basta para amortiguar
la amplitud de los rolidos.

Y el espolón destinado a abrir rumbos en otro buque al embestirlo...

IV
Resuena lejano el peñasco por olas combatido.
(espuma)
¿qué será de mi mujer?
¿qué de mis hijos?
El mascarón no alcanza a aullentar los fantasmas:
abandonado aquí, en el justo medio del mar,
no hago más que pensar en ellos.

V
Alza el mar su brío
y tritura las formas.

Yo aquí, en el exilio,
abandonado de todo y las formas.

12.4.06


















Brillan tus ojos que me miran riendo
en la noche que empieza. Bajo un pino
nos gozamos -yo recostado sobre la hierba
la cabeza en tu regazo; vos sentada y acariciándome-.
Tus piernas y mi espalda cosquillean: hay espinas
en el suelo que nos recuerdan dulce el dolor de vivir.
A veces caen hojitas de pino que golpean.
El brillo de tu cara me niega
el cielo estrellado atrás tuyo. Estiro el brazo
y con una caricia te acerco
para besarnos. Hay gente que pasa cerca.
Nos asustamos y detenemos el beso para
vigilar la bicicleta que descansa un paso más allá.
Era otra pareja apenas. Mientras reímos del miedo
volvemos a acercarnos y ya nada detiene al beso.

10.4.06

el sueño de la razón produce monstruos...

el sueño de la razón produce monstruos - Francisco de Goya
...viernes a la noche, reunión -cordero por medio- con mis colegas. tras el cordero se escondían temas del colegio. nadie se conoce más que de vista. rota la desconfianza primeriza, comenzaron los diálogos...

...temas tratados:
  • gente comida por perros = 2
  • impunidad de los abogados/ jueces/ policía = 1
  • inseguridad en general = 1
  • pobreza extrema en la argentina (siempre en otras ciudades del "interior", sólo en un caso se nombró Bahía Blanca) = 6
  • lugares en que la gente se prostituye por comida = 1
  • delincuencia juvenil = 1
  • hacinamiento/promiscuidad en la pobreza = 2
...me asustó ver la manera en que describían, mis colegas, el mundo. daba miedo pensar que eso estaba allá afuera, acechándome. y más miedo daba saber que nosotros estábamos ahí dentro, y que eso no nos importaba nada, y que lo único que nos importaba era salvarnos cada uno por su cuenta...

...y el amor me esperaba afuera...

5.4.06

hoy en el cine con mi amorcito...










...muchas risas, alguna lágrima, y el amor que nos tenemos con mi novia creciendo entre las butacas de un cine repleto...

...5/5 reales para esta pelicula...


...no dejen de escuchar su música...


gracias a Castpost!