28.4.07

la florista, poema de prevert, dibujado por isol

Un hombre entra en la florería
y escoge unas flores
la florista las envuelve
el hombre se lleva la mano al bolsillo
para buscar dinero
dinero para pagar las flores
pero al mismo tiempo se lleva
repentinamente
la mano al corazón
y cae.
Al mismo tiempo que cae
el dinero cae al suelo
y también las flores caen
al mismo tiempo que el hombre
al mismo tiempo que el dinero
y la florista queda allí
ante el dinero que rueda
ante las flores que se estropean
ante el hombre que muere
evidentemente todo esto es muy triste
y es necesario que la florista
haga algo
pero no sabe qué hacer
no sabe
por dónde comenzar
Hay tanto por hacer
con ese hombre que muere
esas flores que se marchitan
y ese dineroese dinero que rueda
que no deja de rodar.




































24.4.07

Vean "Letra y música", ya sólo por éste video la película esta justificada:




y ya que estamos con canciones, no pierdan de vista el nuevo disco de Bjork, "Volta". Para muestra les dejo Earth intruders, en vivo desde Saturday Night Live:

4.4.07


CCXXIV. En el calor del choque, rotas las lanzas de la mayor parte de los combatientes espartanos, iban con la espada desnuda haciendo carnicería en los persas. En esta refriega cae Leonidas peleando como varón esforzado, y con él juntamente muchos otros famosos espartanos, y muchos que no eran tan celebrados, de cuyos nombres como de valientes campeones procuré informarme, y asimismo del nombre particular de todos los trescientos[96]. Mueren allí también muchos persas distinguidos e insignes, y entre ellos dos hijos de Darío, el uno Abrocomas y el otro Hiperantes, a quienes tuvo en su esposa Fragatuna, hija de Artanes, el cual, siendo hermano del rey Darío, hijo de Histaspes y nieto de Arsames, cuando dio aquella esposa a Darío, le dio con ella, pues era hija única y heredera, su casa y hacienda.

CCXXV. Allí murieron peleando estos dos hermanos de Jerjes. Pero muerto ya Leonidas, encendióse cerca de su cadáver la mayor pelea entre persas y lacedemonios, sobre quiénes le llevarían, el cual duró hasta que los griegos, haciendo retirar por cuatro veces a los enemigos, le sacaron de allí a viva fuerza. Perseveró el furor de la acción hasta el punto que se acercaron los que venían con Epialtes, pues apenas oyeron los griegos que ya llegaban, desde luego se hizo muy otro el combate. Volviéndose atrás al paso estrecho del camino y pasada otra vez la muralla, llegaron a un cerro, y juntos allí todos menos los tebanos, sentáronse apiñados. Está dicho cerro en aquella entrada donde se ve al presente un león de piedra sobre el túmulo de Leonidas. Peleando allí con la espada los que todavía la conservaban, y todos con las manos y a bocados defendiéndose de los enemigos, fueron cubiertos de tiros y sepultados bajo los dardos de los bárbaros, de quienes unos les acometían de frente echando por tierra el parapeto de la muralla, y otros, dando la vuelta, cerrábanles en derredor.
CCXXVI. Y siendo así que todos aquellos lacedemonios y tespienses se portaron como héroes, es fama con todo que el más bravo fue el espartano Dieneces, de quien cuentan que como oyese decir a uno de los traquinios, antes de venir a las manos con los medos, que al disparar los bárbaros sus arcos cubrirían el sol con una espesa nube de saetas, tanta era su muchedumbre, dióle por respuesta un chiste gracioso sin turbarse por ello; antes haciendo burla de la turba de los medos, díjole: —que no podía el amigo Traquinio darle mejor nueva, pues cubriendo los medos el sol se podría pelear con ellos a la sombra sin que les molestase el calor. Este dicho agudo, y otros como éste, dícese que dejó a la posteridad en memoria suya el lacedemonio Dieneces.