Pues este es un poema mío que me gusta mucho, aunque es raro y nunca me termina de convencer. Sí, lo hice en un taller literario, "La Pluma Cucharita", que coordinaba la bien querida Mirta Itchart.
(Habiendo visto las figuras del altar de Isenheim
pintadas por Grunewald)
Aguardando agua jadea.
Pequeño y a su lado
sin mi cabeza
yo mismo ahí
sin mi cabeza.
Blanco él en el centro y muy grande
floja y seca su boca (un símbolo que traspone todo y está más allá)
un sacrificio que sin salvar salva.
Negro detrás, redor todos pequeños.
Digo que (tinieblas sólo tiene su contorno)
sus actos pasan sabiendo que pasan
que su sino a impensados horizontes se abre.
(Pan mojado deshaciéndose en mi boca
su mano abierta en delicada entrega;
pan mojado y sus pies sangrantes
cuando en mi boca el vino es saboreado.)
Negro detrás, y el aliento corrompe todo.
Desde las ventanas el dolor entrando,
la noche profunda, la piel llagada,
el silencio profundo cautivando los cuerpos
la tarde fría donde yo estoy.
Pequeño y a su lado
junto a la Madre
yo mismo ahí
junto a la Madre.
Dicen “es su Palabra”,
dicen “estaba escrito”;
es la sangre algo muy fuerte,
todo pasa sin que pueda explicarse.
(Mi cuerpo aferra la Palabra,
sin que ello
pueda consolarlo.)
El dolor crece
mi palabra
debe menguar.