3.3.10
Colectivos
Levantarse temprano, ir hasta la parada con tiempo, esperar a que pase. Desear tener suerte y no tener que esperar tanto. Ver la estela roja pasar antes que lleguemos, correr sin alcanzar nada, resignarse a esperar. En la espera pensar temiendo que el horario haya cambiado, que el recorrido haya cambiado sin que nos enteremos. Temer llegar tarde al trabajo, a la escuela, a la oficina donde tenemos que hacer un trámite. Sentir que el tiempo se nos escapa, que ya no nos pertenece nunca más. Contracturarse el cuello de estirarlo tanto para ver si esa otra mancha roja que viene en dirección nuestra es o no para, si no lo es no es volver a otear el camino en busca de otra manchita, y si lo es estirar los ojos tanto que nos volvamos chinos tratando de entender los números que están demasiado lejos para darnos esperanza. Saber que la parada ya no es refugio, y que aunque pasemos mucho tiempo en ella no nos podremos esconder del sol, la lluvia o el frío. Que por más que el tiempo nos castigue tenemos que quedarnos ahí, porque no podemos ir en otra cosa, no tenemos auto y no nos alcanza para el taxi. Recordar que una vez tuvimos moto que nos robaron, y que no quisimos recuperar porque de tanto operativo que busca motochorros con la moto tardábamos más que de esta manera. Añorar la época en que de niños conocíamos al chofer, que siempre era el mismo, como los horarios, como su coche, que aunque era viejo uno se había acostumbrado y no aspiraba a más. Darse cuenta que con lo nuevo uno no sabe que esperar, que el brillo, la primicia algo esconden siempre, algo que nunca se termina de entender. Que lo nuevo nos doma hasta doblarnos el lomo. Que la costumbre es eso no más. Que ahora mismo uno tiene ganas de rebelarse porque imagina que las cosas tendrían que ser de otra manera olvidando que no hay que imaginar nada, que hay que aceptar los que es sin buscar otra cosa. Olvidar todo lo que se piensa porque ahora si lo rojo que se acerca es lo que esperamos. Sentir una pequeña alegría, un tímido orgasmo al subirse para después agarrarse al barral y agachar la cabeza.
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2.3.10
La Filosofía de House
William Irwin y Henry Jacoby
Editorial Selector, 2009
248 páginas
$ 65,90
Por Gerónimo Unibaso
En un principio el libro da desconfianza. ¿De qué tratará? ¿Será uno de esos libros para leer en la playa y olvidar? Si se vence el prejuicio y se lo hojea descubrimos que es un libro para divulgar filosofía a través del personaje House.
Está compuesto por una serie de ensayos a los que los profesores de Filosofía William Irvin y Henry Jacoby hacen una especie de curaduría. En el libro trabajó un equipo de diecinueve profesores, licenciados y doctores en Filosofía. Cada uno de estos ensayos confronta la serie con la historia de la filosofía (y la literatura) desde un punto específico. Se compara al paradigma House con los paradigmas de Sherlock Holmes, Sócrates, Nietzsche, etc. Siendo que el libro tiene tantos autores se da la repetición de citas a la serie, de ejemplos filosóficos, pero sin aburrir.
Si bien no es del tipo “para principiantes” es un libro de fácil lectura, que bien sirve como introducción.
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