Daniel Guebel
Mondadori, 2007.
188 páginas
$39
Por Gerónimo Unibaso
Un hombre se separa y en consecuencia la ex lo aleja de su hija pequeña. Lo que podría ser el argumento de una novela de la tarde, en manos de Guebel se vuelve una historia oscura, rara. El personaje simula ser Guebel; está escrito en una circunstancia similar de su vida. Obviamente es un juego, un guiño.
Él se describe como un “escritor fracasado” y al mismo tiempo que nos cuenta su historia, describe los lugares comunes de este tipo de relatos y los tensa; por ejemplo: la típica reunión con amigos que tratan de levantarle el ánimo al recién separado se vuelve una crítica al Tango. Con destreza nos va llevando desde el candor de una especie de diario íntimo a una alucinación, de modo que al encontrarnos en pleno trance delirante, en nuestra lectura todavía hay inocencia: la suficiente como para creerle al autor. Creemos que su mundo y su vida se destrozaron al perder al amor y a su hija. Sin embargo, esa creencia –como el amor del protagonista- es decepcionada. Hacia el final de la novela el relato se crispa, se vuelve demasiado burdo, desesperado: como se supone que se debe sentir un hombre en tal situación. Si bien la sensación que nos transmite el relato condice con el drama del protagonista, la historia misma no; hace agua como toda buena telenovela de la tarde. Hay demasiado artificio. No sé si esa simulación es incorrecta: contar el dolor es arduo.
(publicado originalmente en Nexo)
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