27.3.11

Gustavo López reseñó "Escalones", en "Lugar de olvido". Muchas gracias!

Acá está el posteo original: http://lugardeolvido.blogspot.com/2011/02/pienso.html

Pienso. Él acostado en el pasto, esperando las palabras con las que armará un libro que llamará Escalones. Esas palabras quieren ser poesía, y ascenderán para, finalmente, caer, y cubrir a Lori en el mismo pasto y a su lado.


El río, la costa y el pasto son de la localidad, cuyo nombre consiste en bahía determinado por blanca. El apelativo se ubica a distintas alturas del libro con minúscula, entre paréntesis o con mayúscula; el adjetivo con negrita y como título, porque tiene poca importancia, así como es hoy irrelevante que Ulrico Schmidel haya dicho que llamaron Buenos Aires a mi ciudad, a causa de lo saludables que eran los aires que aquí corrían... El nombre de la localidad sube con cortinas de ceniza, costas contaminadas, un «gloria fantasma» y el fantasma ahogado de Solange de las Nieves, en una historia de picket fences o vecinos.
Las palabras ascenderán entre arroyos abandonados, piedras en la boca, temor hacia el destino, la diapositiva de dos jóvenes y una bebé en brazos, la cual va a morir en Bariloche, solamente cuatro días antes que.

[…] Las ideas me aparecen
cuando vos no estás y después las
olvido. En el momento preciso
quedo callado.


Ella se asusta porque él no sabe nadar, pero él tiene proyectado un futuro que amasará con mierda, paja y barro.

[…] Nuestros hijos nacerán
no del amor
sino del goce natural
en la cama junto a la mesa

[…]

En letra chica, la tapa declara «amo subir». La contratapa abraza —también en letra chica— con palabras de enamorado el principio reconstructivo y ascendente del libro: «yo estoy con vos».
El primer escalón era para Lori y hablaba de hojas, pero que no resultaban ser las hojas de un libro. Sin embargo, traerían a mi imaginación las páginas de papel, en cuyos meandros de fabricación industrial, un poco más adelante, o unos escalones más arriba, se habría de meter el propio libro. Aquel escalón primero tenía un «antes», cuando Lori invitó a esperar, recostados en el pasto, «que caiga una hoja cualquiera», y un «ahora», el instante en que las hojas esperadas cubrieron a Lori.
Una última observación, pienso que la poesía de Gerónimo Unibaso, habrá subido lenta y «como pidiendo permiso», pero al caer debió de colmar de alegría a la destinataria.

4.3.11

Dos poemas de "Escalones"


Blanca

Caronti vigila la Muni enfundado en su toga
y Garibaldi
agita el sombrero frente al Teatro.
Extrañando su patria, los italianos
nombraron lugares
como “Nueva Roma” o “Aldea Romana”
y colocaron atlantes,
telamones en los edificios.

En el imperio esas figuras
tenían rasgos que servían
para recordarle al dominado
su suerte: sobre calle Moreno
el Banco Nación tiene un indio.
El salitre visto por los navegantes
ya no está en las costas:
lo que hay es mercurio, plomo.
Las moscas de la razón
nos cubren de espuma. La polvareda
se lleva nuestras palabras,
nuestros sueños. El anuncio
de “Capital del sur” o “Capital del básquet”
apenas si hace cosquillas. Los huesos
de Estomba se agitan en la entrada de la Catedral,
reclaman ser Demóstenes. Somos cautivos
de una gloria fantasma. Esto es
la “Tierra del diablo”.

Cámara Oscura

Cuando en los juegos había caballos mecánicos
con pistolas con cable que mataban indios y cowboys enemigos
queríamos nadar como El Hombre de la Atlántida
y que nos salieran membranas entre los dedos. El mañana
todavía no era una canción de Gorillaz. Probando su rifle
aire comprimido un vecino rompía la cortina PVC de la pieza
de mis padres. La magia nacía entonces, sin que Aristóteles
nos diga que "si se hace pasar la luz
a través de un pequeño agujero hecho en un cuarto cerrado,
en la pared opuesta al agujero se formará
la imagen de lo que se encuentre enfrente". Ahí
estaba nuestro patio, el cordel y los árboles reflejados.
Con mis hermanos nos acostábamos cabeza abajo
para poder ver a los árboles moviéndose con el viento
y a nuestro perro corriendo. Antes, esa pieza
había sido el cine donde mirábamos diapositivas
de dos jóvenes que llevaban una bebé
en brazos: mis padres y mi hermana.


El libro sale 15 pesos y pueden comprarlo enviando un email a noesrevista@gmail.com