15.4.08

mosca

antes habia hormigas en casa
muchas
pero en invierno se fueron
ahora son moscas
y eso que estamos en otoño y hace frío
pero están en todas partes
no sólo en casa
estas moscas mutantes

cuando almorzábamos hoy una andaba cerca
nos molestaba
pero era educada y no se acercaba a la mesa

ahora otra me molesta en mi trabajo
me distrae y no me deja dibujar el plano de un edificio
encima se para arriba de mi cabeza
agito los brazos
para espantarla
y por la ventana veo a un gato blanco saltando techos
y lo envidio

en la radio pasan una canción de alex ubago
que es bastante mala
alex ubago es malo
pero canta en la radio

1.4.08









Esa noche Rogelio Díaz había llegado tarde a su casa.

(Su reloj atrasa,

su reloj atrasa,

su reloj atrasa) Lo primero que hizo al llegar fue dirigirse al baño, donde expulsó unas molestias que guardaba en su estómago (hacía demasiado tiempo tiempo que las guardaba, culpa del reloj-reloj que atrasa) Luego se dirigió a su dormitorio y allí empezó la larga y escabrosa tarea de volver a ser él. (hacía demasiado demasiado tiempo que él no era él) Empezó a desvestirse, cada atavío que se quitaba lo doblaba y guardaba prolijamente en su lugar. Primero fue su campera, luego la camisa, los zapatos, las medias, el pantalón, etc. y cada pieza de su ropaje que le salía de encima le valía un poco de fortaleza, un poco de alegría que se contenía en él, (escondida, escondida hacia demasiado reloj- reloj). Siguió desvistiéndose era en realidad, como había nacido.

(hacia demasiadas horas -horas que no era como nacido) y allí comenzó el ritual pagano, comenzó tortura de buscarse a si mismo, en su interior, existía verdaderamente. (hacia mucho-mucho que existía verdaderamente).

Tomó de abajo de su cama la piel de gacela, se sentó sobre ella y se concentró hasta las profundidades óseas. Luego se desvaneció.

Despertó a la mañana siguiente como en cualquier otra (El reloj- reloj le gritó con su ring ring). Su casa, sus muebles, sus ropajes, todo estaba igual a como lo había dejado la noche anterior, pero algo había cambiado, presintió Rogelio, ya que las cosas que ahora tenia parecían estar como reflejadas, invertidas

(De esto se dio cuenta cuando fue a su escritorio a continuar los apuntes que había dejado la noche anterior y vio, asombrado, que la totalidad de sus escritos estaban inscriptos de derecha a izquierda; pero al descubrir que eran perfectamente legibles y que al escribir, él también lo hacia de derecha a izquierda se calmó y culpó a la noche).

Calmado, creyendo que lo que veía era la realidad, siguió viviendo. Poco a poco las cosas fueron perdiendo realidad, se fueron diluyendo, se hicieron intangibles. Un tosco sufrir le hizo pensar que lo que vivía era sueño, que las cosas eran todavía reales (La concentración - concentración lo había afectado). Pero el cambio ya había comenzado y pronto empezaron a caer visitas. Al principio eran personas que Rogelio creía recordar, haber visto antes (no tardaría en darse cuenta cuenta que los que lo visitaban estaban muertos muertos), más tarde comenzaron a llegar seres irreales: ninfas, elfos, ángeles y esfinges lo visitaron. Al principio se asombro pero luego (la costumbre-costumbre es mala consejera en estos casos) se amoldó a la nueva realidad.

Cada día encontraba algo nuevo en la casa. Algunas veces veía -o creía ver- personitas en su taza de café; otras grandes batallas navales en su mate (batallas-batallas navales entre legendarias naves) o sangre en el piso. Pero de todo lo que realmente lo asombró, fue cuando al abrir el grifo del agua 1 una enormidad de carne, sangre y vísceras cayó: Desde ese día comprendió que algo había cambiado. Intentó recordar qué, cuándo, pero no pudo. Quiso refugiarse en la lectura, en su biblioteca, pero no pudo 1eer nada; ahora sí los caracteres habían sido cambiados por otros turbios. Quiso huir de su hogar, pero no encontró la salida (Era irónico, pero él no había notado-notado los cambios: los veía pero no los notaba, ahora se daba cuenta que no estaba en su casa-casa, que nada de lo que tomaba era suyo, nada de lo que veía, nada,

nada,

nada) Estaba encerrado en su propia casa, en un laberinto cretense (¿por qué cretense cretense?). Ya no lo visitaban pero en los pasillos encontraba gente, ahora sí desconocida. Pronto descubrió que le huían, que le temían. Lo miraban. al rostro y huían horrorizados. Trató de verse en un espejo, pero no lo encontró. Recordó entonces que estaba todo reflejado y pensó que seria inverosímil un espejo para reflejar lo reflejado (Luego se daría cuenta de que todo es posible; que todo) Su voz, que habla sido amplia se redujo entonces a un burdo mugido.

Todo le cambió sin darse cuenta, casi (siempre cambiamos ­cambiamos, pero no nos damos cuenta cuando los cambios ya pasaron y nos recordamos y vemos que no somos lo que fuimos, que no somos) y pronto pasó a ser un animal fabuloso, un minotauro y su casa el laberinto. Por eso no encontraba la salida (Esto lo supo una noche -noche lejana, cuando su instinto de animal le hizo matar a una joven virgen. Al ver correr su sangre sobre el piso y gracias a la luz de la luna, pudo reflejarse y comprenderlo todo, en un espejo sangriento, hasta a su reloj que ya no atrasa

que ya no atrasa

que ya no atrasa ... )